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INTRODUCCION A LA TEOLOGIA
JOSE DAVID RODRIGUEZ
D.E.I.
Departamento Ecuménico de Investigaciones
CONSEJO EDITORIAL
Franz J. Hinkelammert Pablo Richard Carmelo Alvarez
EQUIPO DE INVESTIGADORES
Elsa Tamez Victorio Araya Maryse Brisson Amoldo Mora Helio Gallardo
INTRODUCCION A LA TEOLOGIA
José David Rodríguez
PORTADA: Carlos Aguilar Quirós CORRECCION: Guillermo Meléndez
230
R696i Rodríguez, José David
Introducción a la teología / José David Rodríguez — la. ed. — San José, Costa Rica, DEI, 1993 124 p.; 21 cm. — (Colección Aportes)
ISBN 9977-83-064-9
1. Teología. 2. Teología - Enseñanza.
I. Título.
Hecho el depósito de ley Reservados todos los derechos
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de este libro ISBN 9977-83-064-9
© Editorial Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), San José, Costa Rica, 1 993. © Seminario Teológico Bautista, Managua, Nicaragua, de la presente edición.
Departamento Ecuménico de Investigaciones Apartado 390-2070 SABANILLA
SAN JOSE — COSTA RICA Teléfonos 53-02-29 y 53-91-24 Fax (506)53-15-41
Impreso en Costa' Ri
© José David Rodríj
PARA PEDIDOS O INFORMACION DIRIGIRSE A:
EDITORIAL DEI
Dedicatoria
Dedico este modesto trabajo al Seminario Teológico Bautista de Nicaragua. Esta institución me concedió el privilegio de servir por un año en sus aulas como profesor visitante. Me exoneró además de dictar clases el último trimestre del año lectivo 1989 para que pudiera dedicar todo el tiempo para hacer consultas bibliográficas en las bibliotecas de otros seminarios teológicos en América Latina,
Puerto Rico y los Estados Unidos.
Al Rector Roger Zavala, los Decanos Jerjes Ruiz y Carlos Villagra, así como al profesor Jorge Pixley y demás miembros del Cuerpo Docente, llegue mi más sincera expresión de gratitud. Sin olvidar el estímulo que recibí de todos los estudiantes y del personal administrativo de ese distinguido Centro de Educación Teológica.
Con aprecio y reconocimiento, José David Rodríguez
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Agradecimientos
AI Rvdo. David A. Vargas, Secretario Ejecutivo del Ministerio Común para América Latina y el Caribe de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) y Unida de Cristo de los Estados Unidos;
Al Rvdo. Víctor M. Mercado, Secretario Ejecutivo para América Latina y el Caribe de la División de Ministerios Internacionales de la Iglesia Bautista Americana;
Al Licdo. William Fred Santiago, Honorable Juez del Tribunal Superior de Puerto Rico y su distinguida esposa Antonia Valles;
A la Sra. Myriam J. Medina de Aponte, quien con diligencia y habilidad hizo posible la mayor parte de la transcripción mecanográfica del manuscrito;
A mi esposa Carmen y a mis hijos Carmen Mercedes, Raquel Eunice y José David, y a mi yerno Carmelo Elias Alvarez Santos, de quienes recibí el estímulo necesario para concluir este proyecto.
El autor
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Contenido
Prólogo 13
Notas preliminares 21
Capítulo I
El horizonte de la teología latinoamericana 25
1. Trasfondo histórico 26
2. Consideraciones de tipo metodológico 30
3. Salvación y liberación 31
Conclusión 34
Capítulo II
Una definición de la tarea teológica 35
1. ISAL y el nuevo discurso teológico latinoamericano 41
2. El aporte del CLAI al nuevo pensamiento
teológico latinoamericano 42
Capítulo III
El sujeto de la reflexión teológica 43
1. La mujer, sujeto emergente en la teología 48
Capítulo IV
Teología y hermenéutica
51
1. Algunas precisiones sobre el método 51
2. El principio formal de la Reforma en una teología
evangélica latinoamericana 56
Capítulo V
El criterio de validación
del discurso teológico 61
Capítulo VI
Una espiritualidad evangélica latinoamericana 69
Capítulo VII
Notas para una teología evangélica latinoamericana 75
Capítulo VIII
El contexto vivencial de la reflexión teológica 81
Conclusión 89
Epílogo del autor:
¿Teología pastoral en América Latina? 97
Apéndice 103
Bibliografía
121
P rólogo
Grupos de indios cantan, cantan al amor silencioso de su raza, la agonía de un mundo que sólo era una burbuja de su espuma, la conformidad de millares de hombres, que asisten impasibles a la destrucción de su filosofía, de su vida, de su futuro, sin intervenir en la discusión, sin hacerse oír, sin reclamar, sin pedir para América un lugar en el porvenir. HOMBRES CONTRA LA MUERTE,
Miguel Angel Espino
Y los hombres quieren ya otra cosa; sienten que pueden y deben fundar otra cosa; una nueva cultura, más humana, más suave, más armónica, más para todos, más integral, más sencilla y más espiritual.
LA MISION DE AMERICA II, Alberto Masferrer
Los pobres y los jóvenes constituyen la riqueza de la Iglesia en América Latina... No desesperemos, porque si ésta es la esperanza de América Latina, en El Salvador, hay mucha esperanza porque hay muchos pobres y muchos jóvenes. HOMILIA 17.2.80 Monseñor Oscar Amulfo Romero
Los tres epígrafes anteriores nos reflejan tres momentos de la historia de América Latina, tres formas de manifestar caracteres y períodos de sometimiento, de reivindicación y de esperanza de nuestros pueblos.
En este proceso latinoamericano la Iglesia ha tenido su papel pro- tagónico, desde cuando actuaba esclava también con una teología ahis- tórica y acrítica, legitimadora incluso del pecado, hasta que, a la luz de la fe e inspirada en el Evangelio liberador y de aguas vivas, empezó a realizar una pastoral de compromiso y a teologizar desde el pueblo empobrecido y marginado de nuestro continente.
Así llegó a redescubrir la Iglesia su concepción y misión en el corazón de las comunidades cristianas y, aquí, en el mundo real e
histórico de los pobres, redefinió el trabajo eclesial y el nuevo modo de reflexionar la fe. Es en este mundo en el cual Dios se nos revela hoy, con actos de amor concreto de solidaridad, de acompañamiento, de defensa y promoción de los derechos humanos y en el aporte ecuménico de las diversas congregaciones por la reconciliación a través del diálogo y entendimiento, mediante el trabajo de la Iglesia en favor de la paz con justicia y libertad.
En la gesta de los oprimidos del continente, en la marcha de siglos de lucha, en la gran caminata de liberación de los hijos de nuestra madre tierra, explotada, vejada y ensangrentada, encuentra hoy la teología latinoamericana la revelación del yo soy, del Yahvéh del Exodo, del Dios de salvación que es igual al conductor, al guía de la liberación. En nuestras tierras de profetas mártires, se interpreta y se encama a plenitud la Escritura y el Espíritu de Dios, nuestro Padre, y de Cristo, su Hijo que vivió y practicó los magisterios y misterios humanos y trascendentes: el compromiso de la Palabra, el testimonio de fe, de sacrificio, de esperanza, de resurrección y triunfo sobre la muerte.
Así traza el doctor José David Rodríguez el camino principal en su Introducción a la teología. Aunque el objetivo inmediato de este libro — según lo expresa en las notas preliminares su propio autor — sea el facilitar algunos elementos metodológicos, herramientas y claves primordiales, especialmente para interesados en iniciarse en la disciplina de teología, este documento trasciende en obra de gran contenido inte- gral, por lo humano, por lo social, por lo histórico y lo cultural que nos da a conocer.
Este libro rebasa, por su rico contenido, el modesto propósito que reitera el Rvdo. José David Rodríguez. A todo el mundo pro-humano, a todo el pueblo que es sujeto de la historia, a todas las comunidades identificadas con este mensaje; a todos los conscientes y comprometidos con los proyectos de paz y liberación, a todos llegará y en todos tocará y fecundará esta voz del pastor, del teólogo José David Rodríguez.
La estructuración del libro es en sí un modelo de método teológico. Mas la aplicación del conocimiento profesional del autor y su sensibilidad hacen que su exposición profundice y dé mayores referencias enrique- cedoras. Este documento se convierte en una “mayéutica” de teología latinoamericana, cuya valorización la garantiza el testimonio de nuestros pueblos, aquí revelado por la vivencia cristiana de nuestro hermano y amigo el doctor José David Rodríguez, pastor de pastores, maestro de maestros.
Por eso resulta de mucho interés y estima el libro Introducción a la teología, porque está repleto de conocimientos provenientes de una praxis de la fe, de una praxis intelectual y social y de una actitud pastoral en pro de la vida, de “la nueva creación”. Que es la experiencia que sintetiza el Rvdo. Rodríguez en su visión teológica latinoamericana.
Como ya el autor define los objetivos, los contenidos y los procedimientos de la obra, destacaré mejor la relevancia del espíritu
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que da más vida al libro. En este sentido hay que reconocer en el Rvdo. Dr. José David Rodríguez, un hombre con quien la Iglesia Luterana Latinoamericana tiene una gran deuda, y en él un hijo meritísimo, un siervo del Señor que ha dado frutos dignos para la Iglesia, para fortalecer las comunidades cristianas y la obra de Dios.
El reverendo Rodríguez ha respondido con su trabajo, con su palabra y su vocación de enseñar, al llamado del Evangelio, siéndole fiel a su continente, a su pueblo sufrido. Su testimonio lo ha dejado latente en todos sus alumnos y en todos sus feligreses, así como ahora se va plasmando en su Introducción a la teología.
Este documento teológico de introducción no es un libro más, según mi concepto, sino es un documento de fe muy importante, encamado en el dolor y la esperanza de nuestros pueblos. Como bien lo clarifica el doctor Rodríguez, es una obra no del balcón sino del camino.
Una obra así no puede ser comprendida en toda su dimensión si no se está en la práctica, si no se vive en comunidad, si no hay comuni- cación, relación e interacción con el pueblo mismo, si no sabemos interpretar la fe del pueblo cristiano, si no podemos compartir ese testimonio que las comunidades expresan, sintiendo cómo Dios está en cada momento, en todo lugar, mayormente cuando hay opresión e injusticia y en concreto se sufre pobreza y necesidad.
En este libro es fácil entender cuál es la tarea teológica y qué criterios y valores le dan autoridad a esta teología latinoamericana. Empero se capta, se analiza y se asimila mejor si hay ese contacto con el pueblo.
Introducción a la teología es un libro que no está basado en la especulación, ni está motivado por la reflexión filosófica purista. Su contenido es el momento histórico que vivimos, y básicamente es el testimonio que el autor ha sabido interpretar y sistematizar de pueblos como los de Nicaragua y El Salvador.
La inspiración del autor por supuesto viene de Dios, pero su nivel de conocimientos, su talento y su capacidad de reproducir mensajes, hacen de esta obra una forma magistral de reflexionar sobre la palabra de Dios. Se inspira en la fe del pueblo, en la fe de los pobres, encontrando evangélicamente ese parangón entre los tiempos bíblicos que vivió Jesús, con la situación que en la actualidad viven los pueblos latinoamericanos. Así que en el pueblo está y de él procede esta teología latinoamericana, que no es más que teología de la vida.
Encuentro que en las raíces de la teología que desarrolla el reverendo Rodríguez, está presente desde luego la Teología Latinoamericana de Liberación; entiendo sin embargo que toda teología cuenta con el supuesto de liberación. No puede haber una teología si no liberadora. Todo lo divino es de salvación y liberación. Mas, la teología latino- americana que esboza este libro es la que, inspirada y producida en el mismo tiempo y en el mismo espacio en que nuestros pueblos gritan y luchan por liberarse de tanta injusticia social, toma de este hecho
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sociohistórico el nombre de liberación. Los teólogos al denominar esta teología así. Teología Latinoamericana de Liberación, lo hacen pensando que ésta expresa el clamor de los pueblos del continente y las respuestas de un Dios que escucha ese clamor.
A este tipo de reflexión teológica, particularmente prefiero llamarle teología de la vida, porque así como lo manifiesta literalmente el autor, la teología forma parte integral de la vida, no puede desligarse de ella. Esta teología de la vida es el testimonio de la presencia de Dios en la naturaleza, en el hombre y la mujer, en las civilizaciones y en la historia de los pueblos desde sus orígenes hasta los confines. En concreto es la expresión de fe de los pueblos, especialmente sufridos y necesitados.
Esta teología se vuelve profética, porque asciende del pueblo una gran sabiduría para interpretar las señales de los tiempos, un criterio cualificado para discernir sobre los asuntos que le involucran y le atañen. Reviste la inteligencia espiritual, para comprender que Dios acompaña al pueblo para mantener en pie las esperanzas, con fe en que su camino del éxodo lleva a conquistar la tierra prometida.
La teología de liberación, o la teología de la vida, no es un invento de algunos de los teólogos actuales. Más bien tiene su origen en los primeros cristianos, por lo que también es histórica y evangélica. Así mismo está conectada con el Antiguo Testamento, pues la teología de liberación tiene su evidencia hislórico-divina de salvación, allá en la búsqueda de la tierra prometida, en el éxodo de Dios. Luego viene conectada a través de ese hilo histórico, con los profetas, con Jesucristo y los apóstoles, y actualmente con las comunidades cristianas y con los acontecimientos de la historia de nuestra América. Así ejerce influencia esta forma de reflexión teológica en las Iglesias Históricas, en los movimientos ecuménicos, en las comunidades eclesiales de base y en los eventos religiosos como el Concilio Vaücano II, Medellín, Congresos del CELAM, Asambleas del Consejo Mundial de Iglesias y Asambleas de la Federación Luterana Mundial.
Esta teología es un movimiento histórico de liberación que en determinados momentos del devenir de los pueblos, del mundo, ha sido sujeto principal de la historia misma. Ahora el espíritu salvífico hace andar la historia de América Latina. Cristo, con su misión proclamada en Nazarct y con su promesa y esperanza por la construcción del Nuevo Reino, es quien se manifiesta con los pobres que reclaman justicia, que exigen cese la represión, la persecución, la cárcel y los crímenes.
Así que la teología de liberación es un movimiento que cada vez hace más conciencia en la historia de nuestros pueblos y gana más fieles, simpatizantes y amigos, porque en realidad, para ser cristiano consecuente, lo único que se tiene que hacer es bajar del balcón y caminar; yendo, sintiendo y participando de la caminata. Lo único que se tiene que cumplir para ser “comprometido con lo verdadero de la Iglesia y con la verdadera Iglesia de Cristo”, es saliendo como Jesús, obedientes a la voz y a la obra de Dios, incorporándonos al Exodo.
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He aquí entonces lo revelador de la teología que nos esboza el reverendo Dr. José David Rodríguez en este libro: que en nuestro continente del Tercer Mundo surge, se desarrolla y da frutos una nueva dimensión de la liberación de Dios, siendo el pueblo, sus miembros en su acción por salvamos de todas las esclavitudes.
En un mundo de miseria, de terror institucionalizado, como el que vivió Jesús y así sus seguidores, significa ser mártir el ser de Dios, el amar al Cristo bíblico. Así lo anuncian los profetas y cantores de lo divino, quienes sienten y ven al Cristo del cual predican y le cantan, en los rostros macilentos, en los lisiados, en los perseguidos, en los refu- giados, en los repatriados, en los presos, en los familiares de los desa- parecidos, en los niños en medio de la tormenta, en los que padecen la pobreza y la inclemencia de necesidades básicas vitales, insatisfechas.
Por ser un reflexionar sobre nuestra fe, en medio, dentro, y siendo parte de esta realidad social e histórica que vivimos, no se puede dejar de comprender esta teología de la liberación, de la vida. De tal manera que es por la vida, por la práctica consecuente con el Dios de Salvación, que nos unimos con el hecho histórico a través del cual con el acto de liberación de Dios con nosotros, en el éxodo vamos siendo practicantes de una fe inconmensurable que empuja las ruedas de la historia de Dios en el mundo.
El hacedor de esta teología de liberación, de la vida, es el pueblo de Dios como comunidad, como Iglesia, en donde todos vamos siendo su cuerpo y su voz, en donde todos somos el sujeto y lo material de esta reflexión teológica. De ahí su conexión con la problemática social, porque la comunidad está formada por hombres y mujeres de carne y hueso, con necesidades y aspiraciones, por lo que, desde la fe, hay que hacer una reflexión crítica de la sociedad, las comunidades, de la vida cotidiana y del momento histórico, de la situación real y actual que viven los pueblos. Aquí basa su inspiración el autor del presente libro.
También se inspira en las lecturas de teólogos de la liberación y retoma sus criterios y los menciona para comprobar la autoridad de sus investigaciones. Pero su inspiración esencial está ligada a los profetas y mártires de América Latina, con el testimonio elocuente de liberación que enseñan y practican los teólogos de la cruz, del compromiso, de la esperanza, de la vida, del sacrificio, como el de los cristianos caídos por acompañar al pueblo en la búsqueda de mejores condiciones de vida y en la construcción de la paz.
Por eso el autor de Introducción a la teología menciona, reconoce y se inspira en Monseñor Romero, el profeta y mártir salvadoreño, y en los sacerdotes jesuítas martirizados por su evangelización, por haber sido pastores y profetas de su tiempo. Dice que ellos “ilustran cabalmente la vocación teológica latinoamericana”.
Y es que nuestros mártires son fieles testimonios de esta teología de la liberación, de la vida, de la verdad, de la cruz que ellos experi- mentaron con fe en la historia de salvación de Dios. Así como sucedió
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con el Señor, que de su cruz nació un vástago, una rama, así del sacrificio de los siervos del Señor está naciendo un vástago, una rama de esperanza De la cruz de nuestro pueblo, de nuestros mártires, está surgiendo un vástago, un signo de resurrección, y es el clamor, la propuesta de todo un pueblo que pide el cese de la guerra y una desmilitarización de la sociedad.
Esta propuesta tiene validez histórica y bíblica, pues viene de las necesidades humanas y sociales de nuestras comunidades, viene del dolor, del sacrificio y de la esperanza de todo pueblo que basándose en las Escrituras, en la palabra profética y en el Evangelio, demanda lo que la Biblia dice sobre la guerra y las armas. Por lo tanto, esta propuesta de desmilitarización de la sociedad significa: un signo de resurrección, una proclama del pueblo, un clamor nacido del martirio y sacrificio de El Salvador, pueblo pequeño que en él ahora se inicia toda una influencia para el cumplimiento de esa profecía en otras naciones del mundo.
La propuesta de desmilitarización de la sociedad de El Salvador es un acto ético-político-religioso, que eleva a convicción la fe de nuestro pueblo que cree que esa profecía de la salvación histórica de la desmilitarización puede cumplirse aquí y trascender a las demás naciones del planeta, para que podamos obtener la conquista de una paz plena en la que no haya guerras y en donde las armas se vuelvan instrumentos de trabajo. Esta es la sociedad a la que aspira el pueblo de Dios, la comunidad cristiana en El Salvador, un mundo en donde hombres y mujeres ya no se capaciten más para la guerra y ninguna nación se vuelva contra otra nación.
Siendo muy consecuente, el Dr. José David Rodríguez se refiere a la mujer como sujeto emergente de las teología de la vida, de la teología de liberación en América Latina. Entre los oprimidos del continente ha estado siendo víctima la mujer. Mas, ahora, entre los oprimidos la mujer destaca por su participación, por su experiencia y su capacidad de análisis y reflexión.
La práctica de la mujer es vital para esta teología, para transformar con su experiencia integral al mundo, para dar su aporte a la comunidad y desde la fe ocupar un puesto participativo. En todos los roles, funciones y expectativas humanas y sociales, la mujer juega un papel importante. Junto con el hombre, responde a los desafíos y lucha codo a codo por su familia, por su pueblo y nación.
Dentro de la Iglesia la mujer realiza una misión evangelizadora de incalculable valor, dejando plasmado ese testimonio histórico de cómo Dios le asiste, le inspira, le protege, le ayuda e impulsa a participar también en las luchas del pueblo. Desde esta perspectiva la mujer hace conciencia y da lo mejor en sus diversas formas de realizarse como esposa, como hermana, como hija, como compañera, como ciudadana.
Las mujeres contribuyen a esta teología asumiendo consecuen- temente, además de la práctica, una reflexión liberadora para releer las Escrituras, para conocer las señales del tiempo y ser así un instrumento
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hermenéutico que ayuda a comprender mejor el mensaje de Dios en favor de los oprimidos.
Actualmente la mujer es un elemento de indiscutible relevancia en el proceso de los pueblos latinoamericanos. En El Salvador, por ejemplo, se distingue como cuadro de dirección, ganando estima y simpatía por su arrojo tanto en la vida como en la historia. Es la mujer que nosotros sabemos que, por su lucha, por la causa de la justicia, ha tenido que dejar o perder a madre, padre, hermanos o hijos. En estos casos de entrega máxima de la mujer, encontramos los testimonios vivientes de solidaridad, pues quien así concretiza su amor a los demás, de esa manera está practicando la solidaridad cristiana aunque no sea creyente.
En este camino está el ejemplo de mujeres gallardas y piadosas, quienes son las que vemos muy palpablemente en las luchas del pueblo, reclamando y gritando frente a los fusiles los derechos de los desposeídos y marginados. Son las mujeres que son arrastradas indefensas a las cárceles, que van también como madres, hermanas y familiares de presos y desaparecidos, en la marcha, en el éxodo.
Así mismo tenemos a la mujer de profundo amor vocacional, de verdadera diaconía. La mujer que trabaja, que participa, que aviva la faena y organiza y se funde en el pueblo, en la teología del camino, en la teología de la vida. Así se observan las mujeres de las comunidades cristianas que con su trabajo pastoral ayudan al crecimiento orgánico y espiritual de nuestras Iglesia. Es claro que la experiencia de la mujer salvadoreña se ha visto fortalecida con el sentimiento y la práctica de hermanas, amigas y compañeras de la solidaridad internacional.
El reverendo Rodríguez valoriza a la mujer como sujeto de la historia latinoamericana, como hacedora de la teología de liberación, de la vida. Integralizándose este bello elemento a los sujetos protagónicos de nuestra evangelización, crece la fe y el compromiso, crece el anhelo de paz en nuestros pueblos. Uniendo este precioso elemento humano al pensamiento de Monseñor Romero, perfectamente podemos decir, ya para entrar de manera directa a las páginas de Introducción a la teología:
Los pobres, los jóvenes y mujeres, constituyen la riqueza de la Iglesia en América Latina... No desesperemos porque si ésta es la esperanza de América Latina, en El Salvador hay mucha esperanza porque hay muchos pobres, muchos jóvenes y muchas mujeres.
Medardo E. Gómez Obispo
Iglesia Luterana Salvadoreña San Salvador, El Salvador, febrero, 1991.
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Notas preliminares
Estas modestas páginas se han escrito con ánimo de ayudar a aquellas personas que inician sus estudios de teología en América Latina a desarrollar las herramientas indispensables para manejarse con soltura en la materia. Abrigamos la esperanza de que este ensayo introductorio — no aspira a ser otra cosa — , pueda contribuir de alguna manera a estimular el interés por una reflexión más crítica y rigurosa entre los que aspiran a ser intérpretes del mensaje cristiano en el ámbito de las comunidades de creyentes de Nuestra América.
Las ideas que aquí se expresan han sido pensadas y articuladas sobre la marcha, a partir de una larga faena en la pastoral congregacional y fecundadas por lecturas y reflexiones realizadas por varias décadas de práctica docente en centros teológicos de la Argentina, Costa Rica, Nicaragua y Puerto Rico. El presente trabajo es la concretización de un proyecto concebido hace varios años. Obedece principalmente al estímulo de algunos de mis exalumnos y al de mi esposa y mis hijos. Si algún valor tuviere este ensayo, debe agradecérsele a ellos y a las congre- gaciones que el autor ha servido como pastor y que le han permitido vivir más profundamente la fe cristiana; también a los seminarios teológicos donde ha estudiado y ejercido la docencia. En estos últimos, la vida de estudio y reflexión en comunidad de profesores y estudiantes le han ayudado a llegar a una inteligencia más lúcida del Evangelio.
Me parece necesario hacer algunas precisiones sobre el carácter, los alcances y los límites de este ejercicio. La finalidad es — como ya ha sido indicado — auxiliar a los que se inician en estos estudios a llegar al umbral de la disciplina. No se pretende ofrecer aquí los “prolegómenos de un sistema de teología”. Nuestro propósito es mucho más modesto. No es otra cosa que un ensayo de iniciación en esa disciplina eclesial que llamamos teología. Desde esa perspectiva, concebimos esta tarea de reflexión como parte de la función pastoral de la iglesia. Consiguientemente, podríamos designarla, con toda propiedad, como una disciplina pastoral, que difiere en cuanto a método, finalidad
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y perspectiva, de la tectogía que se hace en la mayoría de los centros académicos. Porque esta es una teología que se hace desde la pastoral y en función de la pastoral. El carácter no académico de este trabajo no significa ausencia de rigor, pues entonces no sería una tarea científica, sino un ejercicio para fomentar la piedad de los fieles. Esto último está en orden y tiene mucha importancia para la pastoral, sin embargo, nuestro interés principal aquí es explicitar y analizar críticamente a la luz de la Palabra de Dios, el sentido de nuestra fe y la práctica pastoral latinoamericana. Sin olvidar nunca que el Señor a llamado a todo el pueblo de Dios — con sus pastores y maestros — a participar más efi- cazmente en la pastoral de la Iglesia. Pero es necesario acentuar que la teología es una disciplina — un saber racional riguroso y crítico — que aspira a alcanzar una comprensión más clara de la fe, siempre con miras a una pastoral más auténtica y más fecunda.
En cuanto a la teología académica respecta, la diferencia más significativa entre el presente trabajo y aquella, es una de carácter me- todológico. Nuestro punto de partida es la práctica histórica de la fe, y el criterio de verdad que preside esta reflexión es la Palabra de Dios acogida en la fe de los cristianos latinoamericanos. Las afirmaciones de esta teología no se validan en el mundo del pensamiento puro, sino en el mundo de la praxis. Vale recordar que la Verdad de que nos habla la Biblia — particularmente el Evangelio de San Juan — es una verdad que se practica, que se hace historia. Esa verdad exige un compromiso vital de nuestra parte si queremos conocerla. Nos desafía a hacemos discípulos de Aquel que es la Verdad. Es siempre en el camino de seguimiento a Jesús que vamos conociendo la Verdad que nos hace libres. La teología es la reflexión crítica de la comunidad cristiana sobre esa Verdad que se hizo historia plenamente en Jesús, y continúa historizándose en la fe y práctica de aquellos “que son de la Verdad”.
En el desarrollo de este proyecto nos ocuparemos de abordar algunos de los que estimamos son problemas claves de la reflexión teológica en nuestro ambiente latinoamericano. Comenzamos por reconocer que el horizonte en que se inscribe esta reflexión teológica es la teología lati- noamericana de liberación. Ofrecemos en el primer capítulo algunos apuntes sobre el origen histórico y la metodología del nuevo discurso teológico latinoamericano.
Luego trataremos de explicitar la tarea que compete a la teología. Ningún esfuerzo intelectual que tenga por objeto hacer una reflexión crítica sobre la fe cristiana debe eludir ese desafío. Con mayor razón, en el ámbito de esta América nuestra, es imperativo redefinir qué sig- nifica hacer teología desde una situación marcada por la experiencia de opresión y pobreza y lucha por reivindicar la justicia de nuestros pueblos. El segundo capítulo de esta obra tratará de responder a esa pregunta.
Determinar quién es el sujeto propio de la teología es tarea de singular importancia en toda reflexión crítica de la praxis cristiana a la luz de la fe. En el capítulo tercero del presente trabajo se destaca el
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pobre y oprimido como sujeto del discurso teológico. El autor trata de mostrar los diversos rostros del pobre en América Latina: el explotado, el marginado, la mujer, el indígena, el negro y los diversos grupos humanos excluidos.
Una cuestión fundamental para la tarea teológica es el método para aproximamos a la Sagrada Escritura. Siendo ésta la fuente originaria de los contenidos de la fe, es de suma importancia la forma cómo inter- pretamos el texto bíblico. Por eso la teología no puede eludir el problema hermenéutico. De ese tópico se ocupa el capítulo cuarto de esta intro- ducción a la teología.
Todo trabajo que aspire a ser científico tiene que operar con unos criterios, a la luz de los cuales pueda validar sus afirmaciones. El quinto capítulo de este ejercicio discute la norma o criterio de verdad que corresponde al discurso teológico, y propone la Palabra de Dios acogida en la fe como norma última de validación.
La presente reflexión se hace desde una perspectiva latinoamericana y toma en serio como lugar teológico la práctica de la fe en nuestro ámbito eclesial; está en orden, pue$, una consideración sobre los aspectos más significativos de una espiritualidad evangélica contextualizada en América Latina. De ello se ocupa el sexto capítulo del presente trabajo.
Tenemos interés en esbozar lo que el autor considera deben ser las notas primordiales de una teología latinoamericana inspirada por y for- mulada en el Evangelio. El séptimo capítulo intenta abordar este problema.
Una teología verdaderamente creadora no puede ser una teología de gabinete, sino una firmemente arraigada en la pastoral de la comunidad cristiana. El octavo capítulo es una reflexión sobre el contexto vivencial de la teología; que no puede ser otro que la iglesia. Este capítulo intenta esbozar modestamente un proyecto de eclesiología latinoamericana.
Concluye el presente ensayo de introducción a la teología con un capítulo sobre el alto precio que exige la reflexión teológica en Nuestra América. Las figuras martiriales de Mons. Oscar Romero y los seis padres jesuítas de la Universidad Centroamericana de El Salvador, ilus- tran gráficamente lo que cuesta en inversión humana hacer teología en América Latina.
Después de estas notas preliminares, invitamos a nuestros amables lectores a la aventura de iniciación en esa disciplina eclesial que lla- mamos teología.
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Capítulo I
El horizonte de la teología latinoamericana
Nos proponemos ofrecer a continuación los lincamientos generales del tipo de reflexión teológica que ha ejercido influencia decisiva en la dirección del pensamiento que se esboza en este modesto ensayo introductorio. Me refiero por supuesto a la teología latinoamericana de la liberación. Tiene mucha importancia subrayar debidamente que esta teología nació y continúa desarrollándose en el seno de la comunidad eclesial, particularmente la catolicorromana. Recibe sus impulsos principales de la tradición profética y apostólica de la Biblia, asimilada por la comunidad eclesial en un proceso matizado por las constantes de “pérdida” y “recuperación”.
La teología de la liberación no es, pues, la invención de un grupo de teólogos, supuestamente marxistas. Sus orígenes más remotos hay que buscarlos en el proyecto liberador del pueblo hebreo que luchaba bajo la jefatura de Moisés para sacudirse el yugo que le había impuesto el faraón egipcio. Es justamente en el seno de ese proceso de liberación conocido como el Exodo que los israelitas llegan al conocimiento de Yahvéh como su Dios; y le reconocen como Aquél que los liberó de la cautividad. Es desde esa perspectiva que los hebreos aprenden a leer la historia, que — a la luz de su fe — es “historia salvífica”, y se entiende la salvación como el conjunto de actos poderosos de Dios en orden a la liberación de su pueblo *.
El lenguaje de liberación atraviesa toda la Biblia; tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Es cierto que una hermenéutica emplazada en una concepción estática de la realidad, nos ha impedido a veces captar la historicidad y el dinamismo del mensaje bíblico, y ha conducido a la deshistorización de la fe, vaciándola de sus implicaciones liberadoras.
1 Exodo 1:1-22; 14:10-15.
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Esta distorsión de perspectiva ha tenido como resultado la instru- mentalización de la religión cristiana por las clases dominantes. La teología se convierte entonces en una justificación ideológica del statu quo. La nueva reflexión teológica latinoamericana, al descubrir la historicidad del mensaje bíblico y la carga liberadora que tiene consigo, constituye uno de los jalones más significativos y valiosos de la reorientación de la pastoral de la iglesia y la renovación del pensamiento cristiano.
Observa el profesor José Míguez Bonino — teólogo metodista ar- gentino— que la teología de la liberación ha recibido una gran influencia de la teología católica conciliar y post-conciliar, así como de la protestante barthiana y post-barthiana, con sus énfasis comunes en el dinamismo de la acción de Dios, el carácter histórico de la fe cristiana, lo concreto de la encamación y el futuro de una fe escatológica. Sin embargo, la teología latinoamericana no es una transcripción, ni una adaptación, de la “teología académica” de los centros tradicionales en Europa y Norteamérica 2. Los teólogos latinoamericanos intentan desarrollar un tipo de reflexión que es fruto del esfuerzo por vivir y pensar la fe desde el contexto de opresión y lucha por la liberación del mundo latinoamericano. La reflexión que surge pone de relieve la historicidad, tanto de la fe como la del discurso teológico. Este dato le imprime su carácter novedoso y original a la teología latinoamericana.
1. Trasfondo histórico
La teología de la liberación es un acontecimiento de la historia reciente de Nuestra América. La Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín (Colombia) en 1968, le impartió un impulso decisivo en los medios eclesiales. Los obispos católicos reflejan su clara conciencia de una situación que ellos describen como una forma de “violencia institucionalizada” y “una situación de pecado”. Esta violencia se debe a que las presentes relaciones estruc- turales injustas conspiran para la violación de derechos humanos fun- damentales. Es una situación que atenta gravemente contra la dignidad del ser humano, y por lo tanto, contra la paz 3.
Es digno señalar que los obispos católicos hablan desde Medellín un lenguaje distinto del que se había usado antes para describir la situación de los países latinoamericanos. Lejos de aproximarse a la realidad social desde la perspectiva de una sociología funcionalista.
2 José Míguez Bonino, Una fe en busca de eficacia. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1976, pág. 85.
' Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, La iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II. Conclusiones. Bogotá: Ediciones Paulinas, 1968, pág. 36.
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como había sido el caso en la era del desarrollismo, se enfrentan con un enfoque estructural y una perspectiva informada por las ciencias sociales desarrolladas en América Latina. Coinciden en su diagnóstico de las sociedades latinoamericanas con científicos sociales como Theotonio Dos Santos, quien utiliza las categorías analíticas de de- pendencia y dominación para explicar científicamente lo que los obispos llaman “situación de pecado” y “violencia institucionalizada”. Dos Santos describe el fenómeno global de dependencia como:
...una situación en que cierto grupo de países tiene su economía condicionada por el desarrollo y la expansión de otra economía. La relación... asume la forma de la dependencia cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y autoimpulsarse, en tanto que otros (los dependientes) sólo lo pueden hacer como reflejo de esa expansión 4.
En un lenguaje tal vez menos técnico lo expresa uno de los docu- mentos de la Conferencia Episcopal de Medellín:
Nos referimos aquí, particularmente, a las consecuencias que entraña para nuestros países su dependencia de un centro de poder económico, en tomo al cual gravitan. De allí resulta que nuestras naciones con frecuencia, no son dueñas de sus bienes, ni de decisiones económicas. Como es obvio, esto no deja de tener sus incidencias en lo político, dada la interdependencia que existe entre ambos campos 5.
En su Mensaje a los pueblos de América Latina, los pastores de la Iglesia Católica hacen referencia a una búsqueda de la liberación que se da a través de todo el continente: “Nuestros pueblos aspiran a su liberación y a su crecimiento en humanidad, a través de la incorpora- ción y participación de todos en la misma gestión del proceso perso- nalizador” 6.
Los obispos disciernen signos que apuntan hacia el inicio de una nueva era en la historia de Nuestra América:
...estamos en el umbral de unanuevaépoca histórica... llena de un anhelo de emancipación total, deliberación de toda servidumbre... No podemos dejar de interpretar este gigantesco esfuerzo por una rápida transformación y desarrollo como un signo del Espíritu que conduce a la historia de los hombres hacia su vocación 7.
En su carácter de “pastores del pueblo católico”, los obispos reunidos en Medellín hacen un llamado a sus fieles y a todos los hombres y
4 Th. Dos Santos, La crisis de la teoría del desarrollo en América Latina. México: Editorial Eras, 1960, pág. 180.
^ Op. cit., pág. 8.
^ Ibid., pág. 33.
7 Ibid., pág. 42.
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mujeres de buena voluntad a asumir la responsabilidad de promover la paz y la justicia, el amor y la libertad en América Latina “en esa tarea transformadora de nuestros pueblos, al alba de una nueva era” 8.
La Conferencia Episcopal de Medellín fue una importante etapa en el proceso de toma de conciencia de los cristianos de la situación de opresión y explotación de los pueblos latinoamericanos. Años antes de Medellín, el sacerdote Camilo Torres llega a la conclusión de que, para expresar el amor cristiano al prójimo, le era preciso comprometerse a luchar abiertamente por liberar a su pueblo de las estructuras sociales injustas. Se convence de que en el contexto de América Latina, la revolución no es algo optativo; es más bien, un imperativo cristiano. Afirma que el poder debe ser tomado por las mayorías a fin de que se realicen reformas estructurales de orden económico, social y político que beneficien a ias mayorías. Si esto se llama revolución, y es necesario para el bien -del prójimo, entonces el cristiano no tiene otra alternativa que hacerse revolucionario 9.
A fin de cumplir el compromiso hasta sus últimas consecuencias, renunció a su posición oficial de sacerdote y se incorporó a la lucha de guerrillas en Colombia, su país, hasta caer abatido por el fuego de las fuerzas militares del gobierno. En declaración pública hecha poco antes de su muerte, explicando su crucial decisión, dice Camilo Torres:
He pedido al Cardenal que me libere de mis obligaciones clericales